UNA PEQUEÑA HISTORIA O EL CUENTO DE "CHEPITA"
"CHEPITA"
Chepita llego al mundo igual que todos los niños, ignorando el verdadero panorama que le esperaba y que tendría que enfrentar. Casi desde que nació, parecía que fue la hija no deseada por la madre, pero ella, tuvo que parirlo y alimentarla porque no tenia otra alternativa, y tenia que hacerlo para ocultar quizá sus verdaderos sentimientos ante los vecinos, y la gente del mismo pueblo, por cierto, sin ley, donde decidían unos cuantos señores, con poder para manejar y controlar este pueblito, con casitas dispersas, la gran mayoría de chinamite (paredes de carrizo) y techos de palma, unas pocas con teja, y solo unas cuantas casas con techo de solera, vigas grandes y paredes gruesas, muy fuertes, de piedra o adobe muy pocas en todo el pueblo, eran de los mas ricos.
Entre un vecino y otro, los separaba un gran espacio, había muchos lotes sin viviendas o como se les llamaba antes, huertas, porque eran verdaderos huertos, todos con muchos arboles, de limas, café, vainas o jenecuiles, aguacates, los mas abundantes, y una variedad muy amplia de otros arboles y hiervas, estos hacían que su vegetación fuera muy espesa.
Este medio acogería a chepita y la salvaría de morirse de hambre como a otros en la misma situación. De su madre doña Jero siempre supo muy poco, lo que si supo es que no la quería y que era la hija no deseada. Chepita era una niña cuando Petronilo, su padre, lo mataron por andar en malos pasos, el día de la desgracia estaba con la abuela Tacha, herido de muerte Petronilo todavía le dijo a la abuela que ayudara a su mujer con la crianza de sus hijos porque su plan había fallado.
Chepita no recuerda cuantos años tenía cuando la abuela Tacha se empezó a hacer cargo de ella, doña Jero viuda y con otras hijas, todas mayores que Chepita, ella siempre creyó que esa fue la razón por lo que dejo que doña Tacha se hiciera cargo de ella, y así poder velar mejor por las otras hermanas, Juanita, Chonita y Panchita, después vendrían Fede, Chemo y otro hijo que no viviría por muchos años.
Chepita la niña flacuchita y desgreñada crecía con la gracia de hablar solamente nahuatl, era la lengua de la familia y de la gran mayoría de este pueblo, en este lugar pocas personas hablaban las dos lenguas el nahuatl y español o castellano llamado comúnmente en ese tiempo, Chepita con su única lengua el nahuatl tenia que enfrentar el mundo en el que ella se movía, que por cierto era muy pequeñito, como el de otros niños de esos días, que no salían del pueblo, hasta que fuera necesario o urgente o hasta que fueran adultos, mientras tanto, seguirían en este limitado espacio.
Chepita siguió al lado de su abuela, donde tal vez al principio de la adopción doña Tacha fue responsable, pero cambiaría con el tiempo, conforme se iba adentrando mas en el vicio del alcohol, su irresponsabilidad también fue creciendo, alcoholizada y perdida muchas veces, no le importó si le pudiera pasar algo a Chepita o como se sentía. Incontables veces estuvo sola durante el día y parte de la noche, en esa casita de chinamite, con una puertita frágil de carrizos, amarrada aveces, con un pedazo de laso o trapo, siempre viejos. si se dañaba, igual que otras casitas permanecían sin puerta. Chepita veía como crecía su cuerpo y sus necesidades, pero como tenía vecinos en las mismas condiciones de miseria no le fue fácil entender la gravedad de la situación y se acostumbro como tantos otros a vivir en una pobreza extrema, donde no era raro ni extraño que faltara casi todo.
Chepita, de niña nunca tuvo mas de un trapo para vestirse, así llamaba a su ropita, tuvo siempre un vestidito sencillo, una sola pieza, era lo único que tenia para usar siempre, todos los días del año, hasta que se acababa, después, le harían otro, ese vestidito después de un tiempo de uso, apenas se notaba el color real, la mugre y lo sucio hacían que se apocaran los colores, y después de las lavadas, muchas veces sin jabón, jamas se volvía a vislumbrar el color original en esos trapos, como ella les llamaba. Chepita, siempre tenia que pedir prestado un reboso, para enredarse y así, poder lavar su único vestido, después ya medio limpio lo volvía a usar, muchas veces sin secar muy bien, pues se apresuraba a devolver el reboso que le prestaban, para no molestar a la persona, y así le volvieran a hacer el favor de prestarle nuevamente.
Llegado el momento fue a la escuela, pero con las manos vacías, sin lo mas esencial que era en ese tiempo, un lápiz y un cuaderno, no tenia nada y para colmo no entendía nada, ni una palabra de lo que decía el maestro, pues su única lengua era el nahuatl, y el maestro tampoco le entendía a ella porque el solo hablaba el castellano, casi todo el tiempo que fue, era solo para ver y escuchar, en algunas y contadas ocasiones, le regalaban una hoja de papel y le prestaban un lápiz por un ratito, era como se daba el gusto de hacer sus garabatos,
Con el tiempo, entendió que no podía estar así en la escuela, y decidió no ir mas. Con esta experiencia se dijo a ella misma, que cuando tuviera hijos, solo hablarían castellano, para que no tengan que enfrentar la misma situación, la que ella vivió en la escuela. No aprendía y se sentía culpable, y no lo era, una de las tantas razones, es que no se alimentaba bien, su dieta era muy limitada pues la abuela tacha, se conformaba con conseguirle tortillas, era lo mas importante, cuando comía frijoles ya era afortunada aunque fuera tan solo un puñito y mucha agua para que alcanzara asta el siguiente día.
Muchas veces Chepita tuvo que ayudar a la abuela Tacha a juntar algunas hierbas y azares, con la emoción de que fuera a buscar algo de comer, reunido lo suficiente, la veía partir con esa valiosa carga, atado con su reboso para llevarlo en la espalda, algunas veces a Atlixco, otras solamente a la Sabana siempre caminando, con esos pies desnudos y agrietados, con muchos años de andar, siempre descalzos, pero aun fuertes y resistentes para recorrer largos caminos, aguantando el calor extremo y los duros fríos del invierno, sin nada que los proteja de las inclemencias del tiempo, dejando la huella de sus pies y de sus dedos bien marcados, donde quiera que andaba.
Chepita tantas veces contenta, la veía ir por el camino hasta perderse, durante el día estaba muy sonriente, a cada rato miraba el sol, como avanzaba en su trayecto, era el reloj que le indicaba el tiempo que había transcurrido, ya en la tarde pensaba, ya llegara la abuelita, ya empiezo a tener hambre, y no comía nada, porque no había nada, por eso se pasaba esperando a la abuelita, salía a la calle con la esperanza de verla llegar, y se decía esta vez no la vi pero pronto llegara, el sol ya esta bajando y vuelve a su casita pasa un ratito mas y vuelve a salir, y no ve llegar la abuela, pasado un rato ha perdido la cuenta de cuantas veces ha salido a divisar el camino, el sol se esta metiendo y no llega, pero no pierde la esperanza de que pronto vendrá, se empieza a oscurecer y las tripas le chillan cada vez mas, con miedo sale a la calle pero ya casi no se ve, esta casi oscuro, después no sale a ver mas, porque no puede ver quien viene, o quien va por el camino, siente miedo, sin otra alternativa entra a su casita sin hacer ruido y sin prender ninguna luz para que nadie se entere que ella esta allí, porque sabe que en esa casita cualquier puede entrar fácilmente y aprovecharse de que esta solita, solamente le acompañan sus perros, el ruido de los grillos, y el de su panza por el hambre.
De pronto cuando casi dormía escucho que la abuela llegaba, muy emocionada, se levanta y va a su encuentro y piensa saciar su hambre, pues ya es de noche y no ha comido todo el día, se acerca a la abuela, para ver que había traído de comer, pero se da cuenta que está muy borracha, y con su reboso vacío, sin nada de comer, muy enojada le dice unas palabras regañando, pero está borracha, perdida, y como todos los borrachos se hace que no escucha, después Chepita muy triste y enojada se volvía acurrucar en su petate, con su cobijita vieja y con su hambre, deseando que pronto amaneciera, para comer aunque sea limas para no sentir mas hambre. Lo peor fue que tuvo que vivir muchos días como estos, cuando le iba no muy mal, por lo menos tenía tortillas y sal, si un vecino hacia alguna fiesta, le iban a pedir que les regalara las semillas de chile cuando desvenában, para darle un poco de sabor a sus tortillas, esto, era comer mejor.
Otros días difíciles y de dolor muy grandes en su vida, fue cuando se enfermo de viruela, esa enfermedad del que ya habían muerto muchos en ese tiempo. Chepita también le toco vivir días de angustia, viendo como le brotaban esos granitos, para después romperse y supurar, como batiendo la carne en pequeñas partes, tuvo que resistir y soportar esta enfermedad.
En los días mas difíciles, pasó días y noches recostada en hojas de plátano, sin poder usar su vestidito, porque se le pegaría al cuerpo y al despegarlo, arrancaría parte de sus carnes, causando aun mas dolor. En uno de esos días, su mamá Jero, al verla dijo que mejor se muriera ella y que se curara su hijo que también estaba enfermo, pero como dice Chepita dios no cumple antojos, además, sabia que su deseo no era porque sufría, sino porque no la quería, paso el tiempo y ella sanó y desafortunadamente su medio hermano murió.
En estos días difíciles, doña Tacha fue muy responsable, y estuvo siempre al lado de Chepita, cuidando, espantando las moscas, para que no se agusanara como otros, juntas compartieron el dolor, y la impotencia ante esta enfermedad, doña Tacha sacrificó sus parrandas y borracheras para cuidar a Chepita, el tiempo que duró la enfermedad. Cuando se curó Chepita fue como si volviera a nacer, y jamas olvidaría que doña Tacha estuvo a su lado cuando más la necesitó. Por todo lo que hizo, le pagaría esperando a la abuela, en las fiestas de todos los santos, como la persona más importante, que su madre, o como su madre. Doña Tacha será la difunta mas importante en sus ofrendas. La abuela Tacha, se le ofrecerá la primera vela, que alumbrará ese largo camino de esas peregrinaciones, y será la primera invitada a disfrutar los alimentos de la ofrenda, aunque muy sencillas pero con suficientes alimentos, y pondrá como de costumbre, en un petate nuevo las flores, el pan, el chocolate, las frutas, el mole, etc. Y le hará sus memélas, para que pueda comer a gusto sin sus dientes, también le pondrá su mezcal, para que siga emborrachándose cuando lo desee, pues ese era también su gusto, la complacerá con el cariño mas grande que se le tiene a un ser muy querido, después, llamara a los demás difuntos, con la misma emoción y humildad, y sobre todo, con el mismo respeto.
Chepita estaba creciendo, aunque sigue en la misma pobreza pero ya no es mas la niña desgreñada, ahora es una niña, ya alargada, y con una linda cabellera que le llega a las pantorrillas, tan larga y abundante que, por muchos años no necesitara almohada para dormir, pues bastaba con enredar sus cabellos y conseguía una buena cabecera, decía ella. Chepita en la adolescencia, esa edad en el que todas las niñas van adquiriendo un atractivo diferente, ese algo que empieza a inquietar el deseo de los muchachos, para entonces como precaución a su persona, pidió de favor a don Macedonio, un vecino cercano, que le diera permiso dormir en su casa, para no estar sola porque la abuela Tacha seguía hundida en sus parrandas y sus borracéras. Este señor le daría un lugarcito para que tendiera su petatito, y así por un buen tiempo, todas las tardes antes de oscurecer, Chepita se iba a esa casa a pasar la noche. Doña Jero viuda, estando en el esplendor de su vida, y con un atractivo muy personal se veía muy bien, vestía de titixtle y una blusa de manta muy simple, con adornos bordados en la parte del pecho y sus manguitas por cierto muy cortitas, este bordado rompía esa simplicidad de la blusa y agregaba un poco de arte y belleza en estos pequeños espacios. Ella no atinaba una relación estable con ningún hombre, y eso la hacia presa fácil de los hombres mas viles y desgraciados de esa época. Un día uno de estos hombres le hablo a doña Jero para que fuera su amante y esta se negó, entonces le advirtió que se iba arrepentir.
Una noche como cualquier otra doña Jero dormía con sus hijas, tenia la costumbre de dormir desnuda siempre, para no maltratar su blusa y su titixtle, lo único que vestía. Esa noche, fueron a sacarla de su frágil casita de chinamite, con un ataque sorpresa haciendo a un lado los carrizos tan solo con sus manos y sin mucho esfuerzo, como se resistía, se la llevaron casi arrastrando, en la oscuridad de la noche, la obligaron a caminar hasta llegar fuera del pueblo, sin ropa, indefensa, sin misericordia, y mucho menos respeto, como si estos hombres carecieran de sentimientos, como si fueran bestias, que solo pensaban saciar su instinto, la ultrajaron, la humillaron, abusaron de ella como unos viles cobardes, después, consumada su fechoría, decidieron colgarla de un casahuate, pero un tal Romero, detuvo la ejecución, y le dijo a doña Jero, que le perdonaba la vida si le prometía dar algo a cambio, a pesar del miedo, ella entendió lo que quería, y empezó ofreciendo su hija mayor, no aceptó, menciono la que le seguía en edad, tampoco acepto, entonces, Romero fue muy claro, y le dijo que quería a Chepita. Doña Jero sin ninguna otra alternativa, acepto darle su hija menor, con la promesa de perdonarle la vida, hecho el trato la dejaron ir, y se fue a su casita a reunirse con sus asustadas hijas.
Ella, siguió con otros señores, hasta que llego un señor muy respetado y temido, conocido como Marín, hasta entonces, toda la familia pudo vivir tranquila y protegida, por la relación de este señor, aunque no duro mucho tiempo, porque este señor se colgaría en la cárcel, según dijeron autoridades en un informe a sus familiares.
Chepita ya con sus trece años conoció a Chanito, un muchacho con tres años mayor que ella, medio feito y prietito, según doña Jero, y que por esto nunca lo quiso, mas no sabia que este muchacho, resultaría muy trabajador y responsable para con su familia. Enamorados o no, Chepita decidió casarse con el, para dejar atrás todo ese montón de problemas. Después, ya sin la protección de Marín, quisieron matar a Chanito, por un molino viejo que le regalaron, pero ella, siempre se puso al frente para defenderlo, y si querían acabar con su marido recién estrenado, tendrían que matarla a ella primero. Sin darse cuenta, había adquirido un valor muy grande, para enfrentar hasta la muerte, nunca supo desde cuando, pero había perdido el miedo, desde entonces, iba a defender como buena madre a sus hijos, y a sus descendientes, con tal ferocidad, que asta sus hijos les sorprenderá después.
Un día de carnaval, en los que se amenizaba con un violín y una guitarra para bailar con los disfraces de huehues (viejos), uno de ellos, con su disfraz de viejito, se acerco a doña Jero, y le dio un bastonazo con la intención de lastimarla, por suerte, estaba Chanito y su papá cerca de ella y pudieron detener al golpeador, que resulto ser el tal Romero, lo llevaron ante Jero y lo hicieron confesar el porque de esa agresión, y el les dijo que porque ella no había cumplido la promesa que le hizo aquella noche. Doña Jero se quedo callada, después confesaría el porque de tal promesa, todos entendieron tal situación y la perdonaron.
La abuela Tacha murió en el intento de evitar otra violación a su hija Jero, en el forcejeo uno de los malhechores dio un machetazo en la espalda a la abuela perforándole un pulmón, rodó por el suelo gravemente herida, en su desesperación por aferrarse a la vida, trato de agarrarse al suelo para que la muerte no se la llevara, pero, por mas que enterró sus dedos en el suelo, no pudo evitar la muerte, en su lucha por la vida, se lastimó y se sangró las uñas y los dedos al enterrarlos en la tierra, ni así logro evitar que la muerte se la llevara, su desesperación hizo que abriera sus ojos y que parecieran tan grandes y le brillaran como si tuvieran luz propia, movía la boca tratando de decir algo, pero ya no pudo hablar, solo sus lagrimas corrían unas, tras otras, atorándose en su ropa y otras alcanzando el suelo, lo último que sintió lo expreso con su semblante de terror y desesperación. La abuela Tacha moría en los brazos de Chepita, ésta observó todos los detalles de esta masacre en la oscuridad, muy asustada sintió una enorme impotencia mirando como moría la abuela, y sin poder hacer nada por ella, cuando murió quedo con los ojos muy abiertos, Chepita tuvo que cubrirle la cara porque la asustaban esos ojos tan grandes que parecía que brillaban, murió la abuela Tacha, con muchos años de vida, había perdido todos sus dientes, y le empezaron a salir otros dientítos como trocitos de arroz, de ese que usan para hacer arroz con leche. Chepita, contaría así, algunos de los recuerdos de su abuela.
Pasaron los años, doña Jero murió de parto, de recuerdo solo queda un retrato, donde se le ve joven, en el máximo esplendor de su vida, fuerte y saludable, con esa mirada de inocencia y timidez, mezclada con tristeza y desamparo.
Chepa y Chano siguieron trabajando muy duro, tuvieron siete hijos, el flaco, la ñenga, el chabelo, el lilo, el chaparro, el colin, y cuando ya no esperaban nada llego la chela. Su intención era mandar todos a la escuela, pero pronto de darían cuenta que no era nada fácil, empezaron por el mas grande hizo la primaria, después la secundaria, la normal, y como dicen en el pueblo, se recibió de maestro. El segundo el chabelo tuvo que trabajar y ser sacrificado, para que estudiara el primero a pesar de sus aspiraciones de superación. La tercera la ñenga dijo que no le entraban las letras ni los números, dejo la escuela y se puso a trabajar, para después casarse con el cuije. El cuarto el lilo salió medio tramposo, dejo la escuela para juntarse y trabajar. El quinto el chaparro, quizá fue el peor de todos resulto un desastre, mas tramposo y revoltoso hasta estos días. El sexto el colin, con sus ideales revolucionarios adquiridos en la prepa, termino viajando de mojado para trabajar en Nueva York. La ultima la chela, cumplió el deseo de sus padres, estudió y se graduó con un uniforme blanco y una cosa como gorrito en su cabeza, que ahora no me recuerdo como se llama, y un candelero dijera doña Chepa, pero en pequeñito y en forma de lampara de Aladíno, se graduó de enfermera, mas nunca ejerció oficialmente, pero eso si, ella sigue estando mas al pendiente de estos viejitos gruñones, pero muy buenas gentes.
Los hermanos, casi todos casados y con hijos, don Chano y doña Chepa tienen la fortuna de conocer nietos y hasta bisnietos, doña Chepa por caídas y otras enfermedades, como dice ella ha tenido muchos remiendos, pero aun anda de aquí para allá, caminando con dificultad, y con sus mas de ochenta años. Don Chano caminando lo más necesario, mas se pase en su silla de oficina en el changarrito que aun tiene. Siempre juntos, todavía algunas veces don Chano siente celos de su mujer, por un vecino, que es otro viejito como ellos, a pesar de estos malos ratos, se pasan siempre apoyándose uno al otro, con la ilusión y la esperanza de ver algún día a todos sus hijos juntos, Chepa es muy religiosa va a todas las misas dominicales y de fiestas patronales, siempre comulgando, como buena cristiana. Pero como cualquier humano tienen sus momentos tristes, alegres y de encuentros nada amistosos, porque cuando hay pelea doña Chepa sigue demostrando su valor indomable, y como siempre sigue siendo muy agresiva en sus broncas a tal grado que don Chano, lo mandan a chingar a su madre y a su abuela y le dicen que es un viejo rengo y que es un pende..... Y mucho mas. Y don Chano le contesta con la misma agresividad y con palabras fuertes y muy groseras. Quien no los conoce, y viera esto, pensaría que es una pelea a muerte. Pero no. Después de una fuerte discusión, viene la calma, y después de un rato, hasta se buscan para demostrar su cariño, y descubrir una vez mas, que al estar cerca, sus corazones todavía laten de emoción, y que juntitos los dos, no necesitan decir ninguna palabra, bastará mirarse uno al otro, para saber que siguen enamorados, igual que aquel día, que empezaron a ser novios, y que la emoción, aun invade sus cuerpos, como aquel momento en el que se dieron el primer beso, y se dan cuenta que estas cosas siguen vivos en ellos, a pesar de los años y los cambios físicos, es como, si se volvieran a enamorar en cada nuevo día, por eso, pase lo que pase, ellos seguirán descubriendo el amor, en cada amanecer, y descubrirán también que ese amor sigue tan vivo como ellos. Dan gracias a Dios por estar juntos y sobre todo porque, AUN SE AMAN.
Con el amor y el cariño mas grande del mundo. Para; Quienes tuvieron la gracia de darme la vida.